2011/03/01

MEDITACIÓN

En la maravillosa obra de la Creación vemos que todo tiene una razón de ser.

Qué sería de nosotros si el sol no estuviera más, si el agua no regará más el planeta, sin el aire, no dudaríamos ni tres minutos, moriríamos.

En la gran generosidad de Dios nos ha sido otorgado todo (lo vemos como algo común, natural), sin darle la importancia de todas esas dádivas que a cada instante nos llega y nos ayuda a vivir.

Debemos invitarlas con nuestro accionar, nuestro pensamiento. Si el ser humano lograra mejorar sus valores, sacar su mezquindad, y el egoísmo y levantar el espíritu, se terminarían las divisiones, compartíamos con todos el amor verdadero y los seres encontrarían el auténtico sentido de saber por qué estás aquí.

Te invito a que hagamos una meditación: Respira, exhala, quédate en silencio, sin pensar en nada durante quince minutos...

Ahora comienza a recorrer todo aquello que te da vida, contempla el cielo, sus colores, observa el sol, siente su calor, los árboles, su colorido, el aire que los mueve, el mar, su aroma, sus olas, su inmensidad, las montañas, las diversas formas y todo lo que existe, los seres que habitan el planeta... Respira nuevamente, inspira, exhala y siéntete liviano y visualiza en tu mente que vuelas hacia una estrella, intégrate a ella, que siente que eres luz, que expandes luz y esta luz se sigue expandiendo, iluminando todo el planeta... Y con esa iluminación regresa de nuevo tu lugar... agradece esta experiencia, ya estás aquí, abre tus ojos, extiende los brazos...

Cap. V - Cuento

Un nuevo día tenían la tierra en ese caminar llegue al mar, profundo, majestuoso, donde la mirada se perdía, sus olas agitadas en ondas espumosos llegando hacia la orilla, salpicando con fuerza, demostrando su grandeza, algunas gaviotas volaban acercándose para llevar alimento.


Allá a lo lejos, el horizonte, como si naciera en el mismo sitio, el sol iba asomando cual línea imaginaria, sus rayos atravesaban el agua, dándole matices de colores, verdes, azules, amarillos, naranjas; estremecido ante tanta magnificencia, contemplaba sin cansarme.


El aire fresco se tornaba cálido, a medida que un sol radiante avanzaba como un poderoso rey, iluminando, tocando con mágicas y ardientes varas todo el espacio. Era el tiempo de la llegada a la playa de los primeros visitantes, la arena caliente, las piedras brillaban. Es así como la playa estaba colmada, se veían mantas, sombrillas, toallones, era todo algarabía. Un grupo de adolescentes tendieron una red para jugar al beach vóley, los niños ayudados por sus padres hacían castillos de arena, otros se mojaban en la orilla, los esposados nadaban mar adentro, todo era risa y felicidad.


Cerca de mí llegó una pareja, padres jóvenes con tres niños, la madre extraía el más pequeño en sus brazos, tendieron una manta y una sombrilla, en la cual colocaron una especie de corralito, acomodaron al bebé para que jugara sin peligro, los otros dos decían: "yo quiero ir a nadar", la niña decía: "No, a mí me da miedo, juguemos en la playa y juntemos caracoles".


El padre les dijo: "Vamos a hacer ambas cosas, pero no sientas miedo, yo estoy a tu lado, nada te pasará", y fueron a jugar, nadar, mientras que la madre preparaba un improvisado almuerzo.


Al pasar el tiempo, tanto los niños como su padre regresaron a buscar los toallones para secarse y se dispusieron a comer, era tanta la unión y la alegría viéndolos compartir todo, en forma tan sencilla, luego salieron a buscar caracoles. La playa seguía colmada, los vi volver emocionados con su carga. La niña los quería todos y le decía su madre: "Pon tu oído aquí, escucha el ruido del mar"; el niño dijo quitándoselos: "Los va a romper, quédate con dos, los demás son míos"; la madre le dijo: "estás actuando mal, no seas egoísta", respondiendo el niño: "no mamá, no es por eso, cuando vuelva la escuela quiero llevarlos para que los vean mis compañeros y sé que algunos de ellos no pueden llegar hasta aquí, por lo tanto pienso regalárselos para que escuchen el ruido del mar y sientan lo que hoy he vivido". Su padre puso su mano sobre el hombro y le dijo: "Cuantas alegrías me das, hijo, es loable que quieras compartir lo bueno, en dar lo mejor, sigue así, serás un buen hombre".


Comenzaron a recoger sus cosas, la bebé dormía en los brazos de su mamá, el padre levantó la otra pequeña y algunas de las cosas, el niño ayudó llevando el resto y su preciosa bolsa. Los vi alejarse, me quedé feliz.


La tarde se marchaba y con ella los visitantes, la playa vacía, también me retiraba buscando una nueva historia.

CANCIÓN DE CUNA

Duérmete mi vida.

Duérmete dulzura.

Un hada madrina al cielo voló

dejando una estela y, un niño llegó

dulce nieto mío,

calmaste el vacío de mi corazón.

Sonriendo llegaste vibrando de amor.

Sembrando ternuras a tu alrededor.

Tu madre temblaba llena de emoción

teniendo en sus brazos

tan bello, tan bello.

Rayito de luna. Rayito del sol.

Calla tus gorjeos, cierra tus ojitos,

ponte ya a dormir.

Que un ángel del cielo te protegerá.


Duérmete mi niño,

duérmete mi amor.

MEDITACIÓN

Carta para mis seres queridos, mis hijos, mi familia, mis amigos a todos los seres queridos que ame y me amaron:

"el día que yo parta, no se angustian, piensen que sólo se ha terminado mi estadía en este planeta y que este bendito cuerpo (al cual estoy muy agradecida) es me sirve para moverme en la tierra y que debe cumplir su ciclo desintegrador. Yo seguiré viva, en otra forma, seguiré viva en sus charlas, en sus recuerdos, en las vivencias que pasamos, en mis escritos.


Piensen que seré libre, que podré estar en una flor, en una estrella, en un capullo que me permita descansar el sueño eterno, que me abrazarán los rayos del Amor de mi Padre.


Recuerden que fui muy feliz, que intenté hacer de este mundo, un mundo mejor, que puse lo mejor de mí, que lloré de alegría o por dolor, que reí por mis alegrías o por las alegrías de otro (no sé cuánto logre, puse lo mejor de mi, intentándolo).


Que desnudos llegamos y desnudos nos vamos y sólo dejamos las obras que hemos realizado y sólo nos llevamos en nuestro equipaje, el aprendizaje, las buenas o malas acciones que hemos cometido física, mental o espiritualmente.


Pido perdón a Dios en primer lugar, pido perdón a todos, a quien sin querer, pude ofender.


Y bendijo a todos por la ternura, el amor que me prodigaron, la felicidad de sentirme tan querida, a la casa que me cobijo, a mis animalitos, a mis plantas, todo esto que tuve en mi vida y amé.


Pude contemplar las bellezas de este mundo, sus verdes, sus coloridos, sus aromas, su cielo, sus montañas, sus ríos.


Mi agradecimiento eterno para todo y todos; y mi especial agradecimiento a Dios por darme vida, experiencias, sabiduría y esta oportunidad de crecer espiritualmente.


"¡Que el Amor de Dios los envuelva!".

CAPÍTULO V

“En cada momento decisivo, puedo dar y recibir bendición”


Unity

Cap. IV - Cuento

Continuaba con mi andar. Pase por un extenso campo, el trigo recién cortado, el olor embargaba el aire, algunas frutas en las plantas, tal vez para semillas, eran balanceadas por el viento.

Andando, me detuve en una calle de tierra, piedras a los costados, varias casas, en una de ellas se encontraba una mujer mayor sin ser anciana, como era mi costumbre la saludé y comenzamos el diálogo.

Por el tono de su voz suave, firme y segura, con ojos llenos de ternura como asomando su alma, sabía que esta charla sería provechosa. Ella me dijo: "¡Qué hermoso día!". –“Sí, espléndido" le contesté, y -"Siempre tienes esa sonrisa y esa afabilidad!"; -"casi todo el tiempo. Doy gracias por todo lo que tengo, mi amor hacia Dios es inmenso y se irradia hacia todos, tengo tanto amor para dar y esto me hace tan feliz".

-"¿Siempre fuiste así?"

-"No, las lecciones de la vida me enriquecieron, te contaré algo. Mi vida fue aprender sobre lo bueno, sobre lo malo y mis experiencias las volqué en dar siempre lo mejor de mi, mi fe crecía sintiéndome cerca de Dios, y ayudando a quien lo necesitaba, a quien pedía una palabra de afecto, una oración, una meditación, en ese transcurso crié a mis hijos y otros hijos que llegaron a mi vida, recogí animales, les busque casa, y otros quedaron en mi hogar cada vez me interiorizada más estudiando y adquiriendo conocimientos. Sabiduría era siempre mi pedido.

Pasó el tiempo, mis hijos crecieron, mi vida espiritual crecía pero la vida me tenía reservada la más grande y dolorosa de las pruebas. Un día vinieron a decirme que una de mis hijas estaba mal. Ella estaba un tanto distanciada de mí. Fui al hospital, me acusó que por mi culpa se iba a morir.

Ya que no era el momento no aclaré la situación, la besé, llegaron los médicos decidieron llevarla al quirófano, la operaron, la trasladaron a la sala de recuperación. Pasó una semana, la cuidamos día y noche. Allí una pared nos separaba. Lo que nunca supe si alguien le avisó que estuve, o si ella quería verme, oré, pedí por su salud en cuanto lugar podía. Yo decía: "se va a salvar, Dios siempre me escucha".

En esa noche la enfermera nos dijo que al día siguiente la trasladarían a sala común y que allí podríamos verla, entonces decidí ir a casa. A la madrugada me avisaron que había muerto. No pude llorar, miraba ese cuerpo que había pertenecido a mi hija y no podía perdonarme y cuando enterré ese cuerpo pronuncié estas tremendas palabras: "Dios, no me escuchaste, hoy también entierro a ti".

Pasaron los días, me sentía abrumada, culpable, no escuchaba a nadie, nada me daba sosiego, no dormía, apenas probaba bocado, así los días transcurrían.

De repente, sentí la necesidad de pedir perdón a Dios, pero todavía resentida, le impuse una condición: "Si quieres que mi fe vuelva necesito sentir tus palabras o las de mi hija".

Ella suspiró profundamente y continuó: esa noche me recosté sobre la cama con almohadón es casi sentada. Sentí algo inesperado, mi cuerpo yerto, mientras mi alma viajaba vertiginosamente, como una burbuja y me encontré en un lugar, imposible de describir, lleno de luz, nubes nunca vistas y allí estaba mi hija en su cuerpo etéreo, cerca de ella había mucha gente de blanco.

Le pregunté: "¿Estás bien?". Ella me sonrío y no sé qué más ocurrió, porque repentinamente me encontré en mi cuerpo. Pedí perdón y sentí que nada me pertenecía, ni lo material, ni mi cuerpo, ni mis hijos eran míos, sólo yo los había engendrado, pero sólo Dios daba energía a mi vida y que cada ser es responsable de esa energía que de acuerdo a cómo la use acorta o prolonga su vida y en esa elección entendí que tenía que aprender a ser humilde, sacar la soberbia, la vanidad y aceptar las cosas como se presentan porque todo le pertenece a Dios, porque todo es un Orden Divino. A partir de allí mi comprensión y amor se multiplicaron y he aquí mi paz interior trascendida en sonrisas".

El ángel besó la mejilla humedecida por una lágrima de esa mujer, y en esa grandeza de amor como si fuera una pequeña brisa, una caricia, como un pequeño soplo divino, seguí mi camino...

ERA MAMÁ

Canta la alondra,

corre la voz

la tierna niña se hizo mamá.

Con los gorjeos de sus retoños

cuánta alegría, reboza en júbilo…

Era mamá


Uno por uno, fueron llegando

llenando el mundo de su mamá.

Fueron creciendo,

ella también

amor sin límite, lo daba todo

horas de esfuerzo,

noches sin sueño...

Era mamá


Los desafíos,

que fueron muchos,

con entereza y valentía los conquistó

Era mamá


Es muy parca

para expresarse

eran sus hijos

lo más valioso que Dios le dio

Era mamá


Benditos plenos, hijos queridos,

en ese otoño ya de mi vida

todos adultos y ya maduros.


Que este torrente de amor

tan puro

les llegue a todos

como una luz.